martes, 6 de diciembre de 2011

Si no hay lectura, ni el copete ayuda...



El lector también escribe el libro cuando el sentido penetra en él, cuando lo interroga.
José Saramago

¿Qué tipo de lector es aquél que titubea al hablar de lectura, aquél que pierde las palabras, desentona y se descompone por completo al tratar de hilar una frase?. Si algo posibilita la lectura es el dialogo, el hablar con fuerza y empatía sobre el deleite que suscitan las palabras.

Citar tres libros con sus respectivos autores puede o no ser cosa fácil para un lector. Explicar el por qué de la elección, interpelar con la mirada a quién pregunta, paladear el por qué adoramos un libro o lo aborrecemos, merodear en el olvido que acarrean algunas lecturas, la delicia de perder el nombre del autor porque lo hicimos tan nuestro. Quién lee se atreve sin pena a decir que le es imposible hacer una lista de sus libros favoritos porque hay tantos y tan distintos que se pueden nombrar, quién lee no es estático ni pasivo ante una pregunta que tiene que ver con la lectura, quién lee narra una historia no balbucea.

Al caricaturizado copetón se le cayó el teatrito, no porque no recordó libros que seguramente nunca ha tenido en sus manos, tampoco porque le falló la memoria o no citó a los autores apropiados. Se despeinó en público al mostrarse ignorante, falto de imaginación, astucia, lenguaje y lectura.

Nos sorprende porque es peor lector de lo que ya lo catalogábamos, nos fascina ver como sin guión no queda más que un pobre muñequito de aparador que asustado, implora un poquito de compasión y empatía por parte de su audiencia.

Si el incidente ocurrido en la FIL tiene o tuvo una razón de ser se verá a futuro. Miles de mexicanos gozamos al ver la lista de frases jocosas que hacen burla del político de pacotilla que quieren imponernos. Una vez  más la creatividad y el ácido sentido del humor de la nación circulan a diestra y siniestra por el país. Ojalá y todo los que nos sentimos orgullosos lectores veamos más allá del ridículo acontecimiento. Ojalá que la burla sirva para crear nuevas y profundas campañas de lectura, para reflexionar sobre lo que hacemos con lo que leemos y la fuerza y el dialogo que pueden resultar de alguien que si es lector, ojalá y después de reírnos a carcajadas volvamos a pensar en la importancia de la educación para sacar al país de la porquería en la que se encuentra.


No estamos salvados, la memoria es frágil y éste es sólo el principio del circo electoral que se avecina.

Me despido como inicié con las palabras de un escritor que fue lector, ciudadano y un ágil y perspicaz orador, nos leemos. cj

El drama no es que la gente tenga opiniones, sino que las tenga sin saber de qué habla.

Creo que, más allá de la función que deba o no tener el libro, lo que más se necesita en estos tiempos es que los ciudadanos nos reclamemos la función de pensar.

Lo peor que puede pasarnos es resignarnos a no saber. Hay que aprender a volver a decir que no, y a preguntarse por qué, para qué y para quién. Si encontráramos respuestas a estas preguntas, a lo mejor entenderíamos el mundo.

Las palabras que usamos con mayor o menor porcentaje, cantidad o frecuencia acaban trazando un retrato de nosotros mismos.

Al poder, no le pido nada porque nunca da nada. Al poder hay que arrancarle el poder, reducirlo, porque no necesita ser absoluto para corromper absolutamente.

Todas las citas son del libro José Saramago EN SUS PALABRAS, publicado por Alfaguara en agosto de 2010.

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