viernes, 5 de agosto de 2011

Las palabras


El tiempo junto con sus días se me escurre y he dejado hambriento a este pobre Caleidoscopio, no por ausencia de lectura pues he rondado de nuevo las librerías y a diario me codeo con mis viejos libros. La escritura es la que se me fuga, la descubro calmada, apacible y sonriente pero en cuanto me acerco a ella, brinca, corre y me avienta una sonrisa…

El hecho es que no he tenido más palabras que las del día a día, palabras gastadas que me sirven de sazón al preparar la comida, palabras arrugadas para doblar junto con la ropa limpia, palabras polvosas que se dejan seducir en esta época de lluvias, palabras nuevas que nacen y encuentran entre tanto balbuceo un acierto de significado.

Junto con la claridad del cielo recogeré, reordenaré y volveré a compartir nuevas lecturas. Seguiré platicando por que no hay más paz que la que engendra el dialogo.

Por los pronto los dejo con el rozagante y hermoso texto de Pablo Neruda en torno a la palabra, es de sus memorias Confieso que he vivido, un libro para leer mientras cae la lluvia y llenarse de la calidez de este señor que fue poeta. Nos leemos, cj

…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Que buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.

Pablo Neruda
Confieso que he vivido