lunes, 28 de noviembre de 2011

FIL



Empezó la FIL y hacer cualquier otra actividad durante el día me hace sentir intranquila. Aunque no compraré nada este año, desearía poder vagar por horas por los pasillos de libros y perseguir como espía secreta a escritores y demás celebridades literarias. 

El mundo debería detenerse durante unos cuantos días para reconciliar a la humanidad a través de la lectura.

Siempre me he sentido segura cuando estoy rodeada de libros, no solo lo que esconden dentro me resulta atractivo. Sí, es el lenguaje, las palabras y esas voces de antaño, de ayer, de hoy o de mañana las que acaban por conquistarme. Pero la luz de las portadas, el color de las solapas y la fuerza con la que los libros se muestran ante el mundo, es la que me hace empezar a quererlos. Soy cursi y me enamoro a primera vista.

Si tan solo fuera posible inyectarle a otros mi amor por la lectura, mi gusto perpetuo por el sonido de las palabras y el crujir de las hojas cuando van pasando. No hay ojos más hermosos que aquellos que se detienen a leer un poema, ni manos más tersas que las que cuentan un cuento, no hay voz más deliciosa que aquella que entona una historia o deshilvana el dialogo de algún personaje.

Yo leo para no estar sola, me cobijo de libros para paliar el dolor del mundo y aventar lejos tanta vileza. Me escondo en las letras para guardar mi ansiedad y reír a carcajadas.

Los libros, las ferias y los escritores no son todo, ni son perfectos, hay burocracias, consumo y porquerías disfrazadas de buenas lecturas. La idea siempre será mirar más allá de las estanterías. Buscar la voz oculta, el guiño de vida y la suavidad de una dulce conversación.

Trataré de escribir pequeñas crónicas sobre la FIL para aquellos que sé les gustaría rondar los pasillos de la feria junto conmigo. Nos leemos, cj